lunes, 21 de octubre de 2013

Perro viejo no muere en guerra.

Grande sos Isabel y grandes son tus dichos que hasta el día de hoy no han dejado a este perro viejo  morir en guerra, tiempos de crisis, colapsos mentales, económicos y emocionales, tiempos donde la duda y la desconfianza nos llevan a ser en algún momento un vil reflejo de esos que no queremos ser, perros viejos llenos de mañas y patrañas y que se alimentan de una que otra alimaña, al caído caerle y al jodido pues que se joda y así mejor por que no hay espacio pa tanta gente, es la ley y como ley también le caemos... No hables con desconocidos y yo intento conocerlos a todos, no digas mentiras y se molestan si digo la verdad, por eso soy bipolar para no desencajar en ninguno de los dos bandos o mejor para no hundirme con ninguno de ellos. Decido seguir creyendo, en mi, en la gente y en los que la vida me da a conocer, por que es mas parte de mi esencia que todos los años que han tratado de "civilizarme", por que prefiero seguir en la lucha y no tener que huir antes de haberlo intentado, es por eso que no digo "me voy", por que no soy de las que vuelven con el rabo entre las piernas, he aprendido a vivir confiada en que a veces los personajes de mi cuento por si mismos han salido de la escena y si bien aparecen cuando los requiere la historia, así he comprobado "el que se va sin ser echado vuelve sin ser llamado" demasiado inoportuno aveces, demasiado tarde siempre.

Basta un golpazo de realidad para entender que nada es para siempre, que el día para emprender locuras es hoy, que la salud, la estabilidad y la felicidad son prestadas y el dueño las reclama cuando mas cómodo estás… Este perro seguirá envejeciendo de la mejor manera y así no morir en guerra, con este 1.72 de estatura y estas 34b prestadas sigo el camino, de la mano de mi boca que es la que siempre me castiga, a veces he dejado de hablar y otras veces he dejado de besar, cualquiera de las dos me incapacita, pero con cualquiera de las dos sobrevivo y en esta ocasión hablar me otorga.


A Chuck Norris y a quienes me apuñalaron hasta hoy... eternas gracias por llenarme de cicatrices de fuerza.

jueves, 10 de octubre de 2013

Soy fácil de describir.


Soy fácil de describir.
He vivido como un loco.
He amado a las cosas sin ningún sentimentalismo.
Nunca tuve un deseo que no pudiera colmar, pues nunca anduve ciego.
Incluso escuchar para mí fue nada más que un complemento del ver.
Comprendí que las cosas son reales y totalmente diferentes una de otra:
Lo comprendí con los ojos, jamás con el pensamiento.
Comprenderlo con el pensamiento hubiera sido encontrarlas
todas iguales.

(Pessoa)


…. Se ha dicho mucho, poco, verdad, mentira, fantasías y unas cuantas de vaqueros, hasta hoy.

Me compongo básicamente de dos cosas, 32 gigas de música y una maleta lista desde el año 99 en pleno 11 de septiembre y las torres gemelas cayendo y derrumbando consigo el velo cubre nada de mis apariencias, es complicado a los 11 años de edad sentir ya el peso de el prototipo de mujer que tenían listo para mi y una sociedad que se prestaba para presionarme. Suena la alarma en el televisor y truenan las noticias y con ellas el estallido de un primer avión impactando en la primer torre rematando en mi cabeza al ver mi tarea sin terminar y que solo sirvió como almohada toda la noche, así que sin mas remedio recurrí por primera vez profesionalmente  a “santas excusas” esas amigas que hasta el día de hoy a las 10 pm todavía me enseñan que el portafolio terminado de mi cliente para mañana puede esperar, me libero del problema y entrego mi primer cuento sin terminar y con un final que me he acostumbrado a usar hasta mis días, Ctr + Alt + Sprm, ese botón que no quiere abrirse, ese orgasmo que sabes que viene y no llega, ese pensamiento fijo, ese misil ruso,  ese ultimo segundo de los 5  minutos gratis de cada llamada, esa euforia de los pies de un niño en los pedales de su triciclo, ese game over a solo medio nivel de llegar a la meta, esa historia inconclusa, ese todo a la mierda, ese punto final.  

Puntos prematuros de historias prometedoras y llenas de expectativas, momentos como este en los que me doy cuenta que lo incomodo no es el sofá, si no la ausencia de sus cojines y cuando eso sucede me atrevo a pensar que nuevamente estoy soñando,  pero esta vez mi condición de protagonista me dice que debo exigirles que acepten y que vean mas allá de lo que mi placido y profundo sueño les ha venido a contar, mas allá del peso del día dibujado en mis parpados, mas allá de las 24 horas, mas allá de las otras doce que innecesariamente le he venido agregando poco a poco,  mas allá de esta agotadora búsqueda de lo normal... el trafico, el día, las horas, el viento, el niño, el helado, la sombra, la llamada, el perro que me persiguió las 6 cuadras hasta la oficina, el reclamo, los vueltos, el vendaje, el palpito en fin.... el clímax original de la rutina. Millones de cosas que pasan en un día pero ella sigue hay, igual como desde que la conocí y supe que era yo,  igual hay con la misma espera pero segura de que todavía no ha llegado el día en que comienza esta historia y finalmente es hora de partir.